Desde este Blog no recomendamos ni somos partidarios del recorte
de las alas, no obstante debemos tratar el tema. Dejamos la decisión
a los poseedores de las Ninfas/Carolinas.
Al llegar a este punto cabe que nos inclinemos por recortar
las alas del pájaro. Existen, a este respecto, dos escuelas de
pensamiento. Algunos aficionados sostienen que dado que las
Ninfas/Carolinas muestran mayor inclinación al vuelo que muchos
otros loros, el recortarles las alas les priva del necesario
ejercicio.
Otros consideran que el recorte de las alas hace más
fácil el proceso de domesticación y evita que nuestro pájaro se
escape.
Sea como fuere, el recorte de alas es rápido e indoloro
pero resulta más fácil llevarlo a cabo si de ello se ocupan dos
personas a la vez: una sosteniendo el pájaro con firmeza mientras
que la otra efectúa el recorte.
La que lo sostiene extiende
suavemente las alas de modo que puedan ser recortadas todas las
plumas remeras de una de ellas. Este método todavía permite al
pájaro volar con la otra ala aun cuando sus vuelos quedarán
considerablemente limitado. Conviene señalar, a este respecto, que
el recorte no disminuye la belleza de la Ninfa/Carolina y que las
plumas recortadas volverán a su estado anterior en un periodo de
seis meses.
También podemos optar entre recortar periódicamente
las alas si queremos reducir su capacidad de vuelo con carácter
permanente o bien dejar que crezcan las plumas de nuevo una vez que
el pájaro haya sido adiestrado de forma plena. Sea cual fuere el
caso, nunca deberá permitirse que vuele libremente fuera de casa
pues independientemente de cuan bien adiestrado o domesticado
aparezca, un vuelo por el exterior solamente terminará con su
pérdida.
Otros poseedores de Ninfas/Carolinas recortan todas
las remeras primarias salvo las más externas así como algunas de
las secundarias. Si esto se hace de un modo uniforme se mantendrá el
grácil aspecto del pájaro en vuelo y, al mismo tiempo, se limitará
su capacidad voladora.
Debe recortarse partiendo del centro del
ala y hacia afuera, a nivel de las coberteras primarias. No conviene,
sin embargo, hacerlo muy por debajo de estas últimas pues en la base
del astil se han presentes vasos sanguíneos. Si pese a todo se
produce una hemorragia, observémosla con cuidado pero no no
preocupemos demasiado pues la sangre de los pájaros se coagula con
rapidez y dicha hemorragia se detendrá en un breve espacio de
tiempo.
Es muy importante el que no hagamos movimientos bruscos
durante la operación de recorte pues tanto estos movimientos como
los ruidos repentinos pueden ser causa de que el pájaro se vea presa
del pánico y con ello resulte herido de gravedad.
Si el recortar
las alas es labor que nos pone nervioso, puede que sea conveniente
consultar a nuestro criador para que lleve a cabo la operación por
nuestra cuenta o nos guíe en su ejecución.
El paso siguiente es el de comenzar a ofrecer comida al pájaro
en nuestra mano. Ello debe iniciarse a través de los barrotes,
dándole mijo en rama u otros alimentos de fácil manejo.
Transcurrido algún tiempo podemos proceder dándole de comer a
través de la puerta abierta. Esto debe efectuarse con extremo
cuidado y muy despacio ya que si hacemos un movimiento brusco o
repentino, el pájaro experimentará un sentimiento de pánico. Y si
llega a asociar estos momentos de pánico con los de la comida,
entonces todo nuestro esfuerzo habrá sido en balde y habremos
perdido todo el terreno que habríamos ganado durante el proceso de
adiestramiento y domesticación.
Si se mantiene el cuidado y la
preocupación, no transcurrirá mucho tiempo hasta que la
Ninfa/Carolina comience a comer en nuestra mano.
Cuando tal
circunstancia tenga lugar podemos aumentar la confianza de nuestro
pájaro acariciándole suavemente el pecho en el índice mientras
toma su alimento. Si el pájaro no se muestra asustado por este
proceder, podemos incrementar la presión hasta que se vea obligado a
trepar sobre nuestro dedo y utilizarlo como percha para llegar hasta
la comida.
Algunas veces, sobre todo al principio, cabe que el
pájaro nos picotee o nos muerda el dedo. Esto puede ser algo
doloroso pero debemos evitar retirarlo de forma brusca. Una vez más
conviene recordar que los movimientos repentinos por nuestra parte
espantarán y provocarán el pánico en el pájaro, haciendo que
olvide buena parte de la confianza que tanto nos hemos esforzado en
conseguir.
Una repetición constante de la rutina alimentaria
y de trepar sobre el dedo que acabamos de describir hará que el
pájaro eventualmente se suba a el de un modo inmediato para recibir
su comida. Con ello llegará a asociarnos a nosotros y a nuestra mano
con la hora de la comida y se mostrará ansioso de trepar sobre
nuestro dedo. Tras otro período de tiempo podemos retirar lentamente
la mano desde el interior de la jaula, mostrándonos continuamente
cuidadosos de no hacer ningún movimiento rápido o abrupto.
Si
ello se produjera, el pájaro se alzaría inmediatamente en vuelo. A
algunos pájaros les gusta que les rasquen ligeramente el lateral y
la parte superior de la cabeza. Esto puede tranquilizarlos todavía
más mientras comen en nuestra mano.

Si sacamos al pájaro lentamente
del interior de la jaula, permanecerá posado en nuestro dedo durante
un tiempo pero algunas veces ocurre que en un ejemplar joven salta
desde nuestra mano para posarse en el suelo. Si tal ocurre coloquemos
nuestro dedo frente a él y a su nivel e incitémosle cariñosamente
para que se suba de nuevo a él. Tras algún tiempo se acostumbrará
al lento movimiento ascendente de nuestra mano y permanecerá posado
en ella. Ahora bien, dado que las Ninfas/Carolinas constantemente
buscan el punto más elevado, es probable que comience a trepar por
nuestro brazo y se pose en nuestro hombre.
Más adelante tratará
de llegar a la parte superior de nuestra cabeza para conseguir una
mejor panorámica del entorno.
Nuestro objetivo ha de ser el
que asocie la comida con la jaula, de modo que sepa que es en dicho
punto donde la encontrará.
Esto contribuirá a convencerlo de que
debe regresar a la jaula por si mismo después de los ejercicios de
vuelo.